miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA AZUCARERA DEL JALON

En el año 1904 se crea la Azucarera del Jalón. Fue una de las primeras "azucareras libres" ya que nace al margen de la Sociedad General Azucarera de España y se convierte rápidamente en la primera azucarera de España, tanto por su producción como por los elevados rendimientos que obtiene. Situada al lado de la estación de ferrocarril, moltura toda la remolacha que se produce en la vega del Jalón llegando a superar la cantidad de 10.000 Tm. en la campaña 1907-1908.

Situada sobre una superficie de más de 10 Ha. se desarrollaron todos y cada uno de los procedimientos relacionados  con el proceso de transformación de la remolacha. En la zona de elaboración del azúcar se llevaban a cabo los procesos de difusión, encalado, carbonatado, cristalizado y centrifugado. Una vez procesada la remolacha, los subproductos pasaban al sector de la alcoholera situado en mismo recinto donde se procesaban para obtener alcohol. Por último la melaza, como último residuo se procesaba para la confección de pastillas de caldos en la fábrica de ácido glutámico.

Tras este brillante comienzo, los problemas relacionados con la sobreproducción y mecanismos restrictivos de la competencia a lo largo del siglo XX, que implicó la crisis del cultivo en Aragón de la remolacha y su correspondiente desplazamiento al sur de España  llevaron al cierre de todas las Azucareras en Aragón, siendo el año fatídico de 1969 el que le correspondió a la Azucarera del Jalón. 

En el año 1996 se realizó la demolición de todas las naves de fabricación principales para poder achatarrar toda la maquinaria salvándose únicamente los almacenes y una gran estructura de hormigón armado construida en la década de los cincuenta que se utilizó para almacenar los grandes palés de azucar estuchado, además de las cuatro grandes chimeneas de más de 70 m. de altura. 

En el año 2005, Ebro Puleva vendió todas las instalaciones de la Azucarera del Jalón para un desarrollo urbanístico extensivo y es a partir de ahí donde todo esta parte de la historia industrial de Aragón llegó a nuestras manos. 

Bibl. 

lunes, 28 de noviembre de 2011

PRIMERO ME PRESENTO

Mi nombre es Arturo y me he considerado siempre un conservacionista. Desde pequeño siempre he sentido atracción por las cosas viejas y antiguas, un teléfono Heraldo, un radio casete Grundig o un Seat 124 Sport. Ese hecho diferencial de mi personalidad ha hecho que yo me considere un coleccionista de objetos y tecnologías de otras épocas y mis amigos y conocidos me consideren un trapero y/o un chatarrero.

Y dentro de los periodos de nuestra reciente historia, me interesan sobre todo todos los artilugios y diseños desarrollados en la década de los cincuenta, sesenta, setenta y ochenta.

Es curioso comprobar como los teléfonos Heraldo de la CTNE todavía funcionan perfectamente mientras que cualquier teléfono actual no suele durar más de cinco años.  Cualquier vehículo construido en los años setenta, al no tener ningún componente electrónico se puede seguir usando sin ningún problemas, mientras que cualquier coche fabricado actualmente posee tanta electrónica que cuando decide no arrancar, es bastante complicado que se ponga en marcha de nuevo si no viene el correspondiente mecánico y le enchufa "la maquinita"

Además de lo anterior, me han gustado siempre las construcciones de épocas pasadas. Edificaciones donde el espacio no era un problema y los materiales eran piedra, ladrillo y madera. Todo era superlativo, diseñado a mano alzada y donde siempre había una solución para cualquier problema con infinidad de detalles arquitectónicos.

Esta pequeña introducción enlaza con el próximo proyecto constructivo que tengo en mente:

En el año 2006, la empresa en la que trabajo adquirió un Sector Apto para Urbanizar en el municipio de Épila. Eran tiempos de la burbuja y se buscaba el máximo aprovechamiento en el mínimo espacio. Grandes densidades para realizar pequeñas viviendas que todos creíamos que se iban a vender y ocupar. Afortunadamente no llegamos a tiempo y gracias a eso nos ha permitido replantearnos el proyecto.

La primera decisión que tomamos fue bajar la densidad incluso. Preferimos diseñar parcelas de 500 metros cuadrado para que cualquier comprador potencial se pudiera construir la casa de sus sueños en vez de parcelas de 90 metros cuadrados para realizar vivienda adosada de cinco metros de fachada donde la escalera se convierte en el núcleo central de la vivienda.

La segunda decisión que tomamos y la que va a dar forma a este blog es que hacer con los edificios industriales que existían en el sector. Claramente este planteamiento sería obvio en antiguos distritos industriales como el 22@ en Barcelona, pero en un municipio a 35 km de Zaragoza, debíamos encontrar el modo de conservar estas edificaciones y que de algún modo saliese rentable a la compañía.

¿Que hacer con una construcción de más de cinco alturas en dos cuerpos separados y con más de 9.000 metros cuadrados de superficie sobre una estructura de hormigón armado capaz de soportar miles de kilos de peso?